Luz Marina Velásquez Vallejo
En los primeros años abundan las preguntas y la curiosidad
Félix y Susana es un Programa de Educación Sexual y Convivencia que se desarrolla en instituciones educativas públicas, en los grados de preescolar a quinto de básica primaria. La iniciativa, liderada por la Fundación SURA, aborda estos temas en la escuela a partir del uso didáctico de materiales educativos, la formación y el acompañamiento a docentes, el trabajo con las familias y la socialización de experiencias de aula. Antes de hablar del programa es importante abordar el contexto en el cual se desarrollan los niños.
¿En qué contexto crecen los niños?
En los últimos años es común escuchar sobre los Derechos de los Niños y de la importancia de unir esfuerzos para protegerlos, pero ni las imágenes ni las voces que se han sumado en múltiples latitudes han logrado hacer el eco necesario para superar las condiciones de vulneración en las que crecen millones de niños y niñas en el mundo. Asuntos como crecer en libertad, la identidad, la salud, la familia, la no discriminación y la educación, que parecen acuerdos universales en cuanto a la niñez, son todavía un reto y una asignatura pendiente que tiene consecuencias en el desarrollo psicosocial, en el bienestar y en la calidad de vida, independientemente del contexto.
Son múltiples las problemáticas que rodean a los niños y niñas, y marcan huellas profundas que los acompañarán durante toda su vida y ejercerán una condición a la hora de establecer relaciones consigo mismos y con los demás: millones de niños y niñas no pueden vivir en condiciones de salud, educación y vivienda digna, lo que afecta su desarrollo integral y su bienestar; sin embargo, es más preocupante aún el aumento de la violencia y el maltrato físico y psicológico, cuyas formas más frecuentes son el abuso y la explotación sexual, el trabajo infantil, la discriminación y el desplazamiento forzado, por nombrar solo algunas.
Estas situaciones son el resultado de comportamientos históricos, en los que las prácticas educativas, en la familia y en la escuela, generalmente desconocen aspectos decisivos para la formación del ser en sociedad, como la educación sexual. Los adultos de hoy responden a las circunstancias en las que han vivido, y a partir de sus experiencias forman a sus hijos, los adultos del futuro.
Y cuando hablamos de educación sexual debemos ir más allá de los aprendizajes puntuales sobre el funcionamiento de los sistemas reproductivos femenino y masculino, las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) o los métodos de planificación y control de la natalidad. La educación sexual pasa por reconocer el cuerpo como el organismo cultural que nos contiene como individuos y nos permite socializar. En su ensayo Fragmentos de un discurso sobre el cuidado del cuerpo, Álvaro Restrepo hace referencia a la obra Lo que el cuerpo puede, donde se define el cuerpo como una “zona de mediación, el sitio en el que se arraiga y reproduce la cultura” (2005: 39).
Entender que el cuerpo nos contiene, que es a través de él que expresamos lo que sentimos, y por medio de él sentimos las expresiones de los otros, es ampliar el espectro de la sexualidad, que es generalmente reducida a un concepto de carácter biológico.
De ahí la importancia de los procesos educativos alrededor del cuerpo, un tema que ha sido relegado pues no se ha tenido en cuenta el impacto social de “sacarle el cuerpo al cuerpo”, como dice el coreógrafo Álvaro Restrepo, para indicar que se ha privilegiado la inteligencia lógica-matemática por encima de aquella que conduzca a la felicidad y a la salud en todas sus dimensiones: física, emocional y mental.
Entender la sexualidad
La sexualidad va más allá de lo biológico y abarca el ser de manera integral, considerando lo psicológico y lo sociocultural. Bajo esta perspectiva, lo biológico corresponde al cuerpo y su funcionamiento, lo psicológico hace referencia a lo que pensamos, sentimos y recordamos, y lo sociocultural a las normas y costumbres en las que se desarrolla el ser. De igual manera, la sexualidad tiene que ver con la comunicación y el relacionamiento, la reproducción, el placer y el afecto. Sin embargo, no es común encontrar la perspectiva del amor y el placer como factores esenciales para el pleno desarrollo y para el disfrute del ser sexual; socialmente, ambos han estado marcados por el ocultamiento, el silencio y las culpas, haciéndonos cómplices de los abusos, el desenfreno y la burla.
Existen diversos conceptos derivados de diferentes modelos de pensamiento y construcciones teóricas. Para el desarrollo del programa Félix y Susana, se concibe la sexualidad como Una dimensión constitutiva del ser humano: biológica, psicológica, cultural, histórica y ética, que compromete sus aspectos emocionales, comportamentales, cognitivos y comunicativos tanto para su desarrollo en el plano individual como en el social (MEN, 2008, N.° 1).
En este sentido, al ser la sexualidad una dimensión que se manifiesta en lo público y en lo privado, la escuela es primordial en el desarrollo de competencias para su ejercicio libre, saludable, autónomo y placentero, que permita a las personas reconocerse y relacionarse consigo mismos y con los demás desde diferentes culturas. Para educar en sexualidad es necesario preguntarse cómo formar personas con una capacidad reflexiva y crítica, para que se resuelvan las situaciones que se les presentan en la relación consigo mismas, con los demás y con su entorno.
Desde el Ministerio de Educación Nacional se propone que, para educar para la sexualidad, en la escuela se promueva el desarrollo de conocimientos, habilidades y actitudes que les permitan a las personas el ejercicio de los derechos y deberes con calidad, libertad y autonomía, con base en la convivencia pacífica, el establecimiento de acuerdos y la inclusión a partir de la pluralidad.
¿Para empezar, qué nos preguntamos?
La Fundación SURA, comprometida con el desarrollo de iniciativas que sienten bases para la transformación social en el largo plazo y preocupada por aquellos procesos que estimulen las capacidades y los talentos de las personas, se preguntó sobre las condiciones en que los docentes imparten la educación sexual, el material con el que cuentan, la manera como el tema está inserto en el Proyecto Educativo Institucional, la forma en que los niños reciben la información, y también sobre el nivel de conocimiento de los docentes para orientar el tema. Y de allí se derivaron muchas más preguntas, hasta comprender que, a pesar de que la salud sexual y reproductiva está como prioridad en la agenda pública, es mucho lo que queda aún por hacer para superar el concepto biológico y de reproducción como únicas variables en los procesos formativos.
Normalmente, los contenidos asociados a la educación sexual se entregan a partir de los 12 años, postergando el conocimiento y, más aún, el reconocimiento de sí como seres sexuados en interacción permanente con otros seres.
Tenemos que seguir haciéndonos preguntas, cambiar metodologías, escuchar a los niños y niñas, a los docentes y a las familias, para dar respuestas pertinentes que efectivamente tengan un efecto positivo en la salud física y emocional de nuestra sociedad, y para ello podemos empezar por los que serán los adultos del mañana. Se trata de prevenir y reparar, pues el daño en muchos casos ya está hecho, y urge remediarlo.
Una respuesta
El Programa Félix y Susana nace justamente como una alternativa para abordar estos temas en contextos escolares a partir del respeto, el reconocimiento y el cuidado del cuerpo, propio y ajeno.
¿Por qué Félix y Susana?
Felicidad y salud, dos propósitos para el bienestar y la calidad de vida.
Para los más pequeños
Félix y Susana se implementa en los primeros años del proceso educativo, desde preescolar hasta quinto grado, porque es allí donde comienzan las primeras aproximaciones y reconocimientos y es donde se sientan las bases, pero es también donde ya se han experimentado situaciones que marcarán el desarrollo psicosocial del ser.
En los primeros años abundan las preguntas, la curiosidad por el origen (por ejemplo, ¿de dónde vengo?); asimismo, en esta etapa se presentan experiencias mediante las cuales se reconocen el placer, la identificación sexual, las emociones y los sentimientos.
Rubin y Kirkendall (1972), en el libro Cuando el niño pregunta, reconocen la necesidad de proporcionar información en educación sexual de una manera natural e informal durante los primeros años de vida y no de una manera sistemática, propiciando así la aceptación del sexo como un elemento importante de las relaciones humanas.
A veces se pasan por alto ciertas inquietudes de la infancia, y es necesario tener respuestas claras, simples, con naturalidad y acordes con la edad.
Los profes como alumnos
La educación sexual de los niños y niñas exige una reeducación de los adultos, pues normalmente, dadas las condiciones educativas y culturales, las preguntas asociadas a la sexualidad generan confusión y entran a jugar directamente con su historia personal y su sistema de valores personales, dejando atrás la naturalidad.
Por eso, para poner en marcha Félix y Susana, lo primero es entender el contexto educativo de los docentes y acompañarlos en el reconocimiento y apropiación de los conceptos básicos, de su rol como formadores y del impacto de la sexualidad en los procesos educativos. Esto es un factor determinante del éxito y la sostenibilidad del programa, pues los docentes son el canal para llegar al niño y generar las transformaciones que se requieren.
Uno de los docentes formados expresaba lo siguiente: “a mí nunca me hablaron de sexo en mi casa, todo lo que sé lo aprendí en la calle”. Testimonios como este son una constante en cada grupo de docentes, lo que ratifica los vacíos desde los cuales se está impartiendo la educación sexual.
El recorrido de Félix y Susana
El programa surge como una construcción interdisciplinaria, y se sustenta en una perspectiva humanista que pone en marcha el desarrollo de actitudes y apropiación de conocimientos desde un enfoque de derechos. Para eso se tiene un material que facilita abordar los temas desde cualquier asignatura, con metodologías lúdicas que permitan, entre otras cosas:
- Interiorizar los conceptos de salud sexual y sana convivencia.
Fortalecer las habilidades comunicativas. - Favorecer el trabajo en equipo como pilar de la convivencia.
Comprender las realidades que viven los niños y las niñas. - Estimular la creatividad de los docentes.
Ahora, ¿si pasamos de pensar que anatomía se enseña solo en ciencias básicas, que convivencia es una clase aparte, y empezamos a entender las semejanzas y diferencias desde la teoría de conjuntos, a narrar historias a partir de los deberes y derechos, a abordar el cuidado del cuerpo desde los hábitos culturales, a reconocer abusos desde los números cardinales?¿Si hacemos de la educación sexual y la sana convivencia una constante que no segrega sino que integra y se fortalece en el ejercicio de la práctica, de la interacción y de la cotidianidad?
A eso nos invita Félix y Susana, a vivir momentos de aprendizaje, de diversión, de conocimiento, y con ellos a generar ambientes protectores de los derechos de los niños.
Proceso de implementación
Conocer las instituciones educativas
Antes de que el programa se ponga en marcha, se realiza una recopilación inicial de la información de las instituciones educativas, con el fin de identificar aspectos institucionales relacionados con las temáticas del programa. Este paso se hace mediante entrevistas y talleres con grupos focales para identificar características de la población infantil, juvenil y adulta de la institución educativa, así como sus intereses y expectativas; se realizan además otros ejercicios que permiten conocer la oferta, la demanda y el acceso a servicios, y se identifican redes institucionales.
Esto es muy importante porque la institución educativa no es solo la infraestructura física por la que transitan alumnos y docentes, sino que el entorno influye en el devenir institucional y afecta los procesos educativos, en especial la exposición a la vulneración de derechos a los que están sometidos todos.
Formación de docentes
Los docentes hacen posible el programa; son ellos los que lo viabilizan y quienes están en contacto permanente con los niños. Los docentes de preescolar a quinto grado, los directivos y el personal de apoyo psicosocial, reciben 32 horas de formación en la conceptualización teórica y metodológica del programa por medio de talleres reflexivos y pedagógicos.
Un material para aprender
Cada institución recibe un material educativo con sus respectivas guías, compuesto por diez materiales para abordar los temas de salud sexual y de convivencia:
Para temas de sexualidad:
- El comienzo de mi vida. Este material es adecuado para explicar la reproducción humana, la concepción, la gestación y el parto. No más abusos. Material con escenas que facilitan el manejo de temas alusivos a violencias o abusos.
- Desnudos, vestidos y a medio vestir. Facilita el abordaje de hábitos de autocuidado, contextos socioculturales, roles de género, entre otros temas. Conociendo y queriendo el cuerpo. Este material ayuda a conocer y reconocer las partes del cuerpo internas y externas.
Caja de sensaciones. Ayuda a reconocer diversos materiales por medio del tacto, el olfato y el oído.
Para temas de convivencia:
- Semejanzas y diferencias. Material que facilita comprender la multiplicidad de formas y colores que existen en nuestro alrededor.
Mis derechos y mis responsabilidades. Material para comprender que con cada derecho hay responsabilidades asociadas. - Viajes maravillosos. Fortalece el trabajo en equipo y el reconocimiento de entornos.
- Buena compañía. Material para tratar temas de amistad, cuidado del medio ambiente, matemáticas, entre otros.
- Emociones. Ayuda a reflexionar sobre las emociones y sobre diversos mecanismos para aprender a manejarlas.
Aprendemos juntos
Una vez conocemos la entidad educativa, se hace el trabajo de formación de los docentes y se entrega el material. A partir de este momento es responsabilidad de la institución poner en marcha toda su capacidad para insertar los aprendizajes en la estructura académica y generar la dinámica del programa. Sin embargo, la Fundación SURA sigue en acompañamiento permanente, presencial y virtual. Así, cada fase del programa permite aprender y documentar, aclarar dudas sobre la utilización del material, conocer las experiencias que se están desarrollando, fortalecer conceptos y motivar la participación de los docentes.
Acercar a las familias
Como parte del programa, se hacen reuniones con las familias para que se acerquen a los temas que se desarrollan en el mismo, y para motivar el compromiso de los padres, las madres y los adultos responsables. Asimismo, se entregan guías que facilitan las conversaciones entre docentes y familias sobre la salud sexual y la sana convivencia.
El camino recorrido
El programa Félix y Susana tuvo sus inicios en el año 2008, cuando un equipo interdisciplinario, a partir de un proceso de investigación aplicada, diseñó diez materiales educativos para ser utilizados con múltiples aplicaciones en el aula y fuera de ella. En un primer momento se hizo entrega del material en 41 instituciones educativas de tres regiones de Colombia.
Luego de esta primera experiencia, y con las recomendaciones hechas por los mismos docentes, las familias y los niños, se ha consolidado el proceso de formación y acompañamiento a docentes, la vinculación de otros actores, la construcción y socialización de rutas de atención de casos de violencia, y la socialización y divulgación de experiencias de aula. Por otra parte, el programa se ha articulado al desarrollo de la Política Pública en Educación para la Sexualidad y Construcción de Ciudadanía, liderada por el Ministerio de Educación Nacional, al considerarse como una estrategia complementaria al interés del Estado en esta materia.
A la fecha, se trabaja en más de cien instituciones, y se ha logrado que cada vez más docentes se vinculen a esta iniciativa y que miles de niños y cientos de familias puedan encontrar en Félix y Susana una oportunidad en la que, a través de la lúdica, puedan comprender de manera didáctica los temas relacionados con su sexualidad.
Conocer, expresar, movilizar
Los dolores que silencian los niños y las niñas ahora serán los dolores que repliquen más adelante. El reto de la sociedad hoy es aprender a reconocer los signos y síntomas que expresan niños, y que se suelen pasar por alto. La responsabilidad de sanar la infancia vulnerada les compete a todos los actores sociales.
Se requiere elevar voces y dejar de silenciar las situaciones, por eso es fundamental definir procesos que permitan construir redes de apoyo y reparación, fortalecer el reconocimiento del cuerpo y su espectro íntimo, sumar experiencias que nos dejen caminar mejores rutas de atención a la niñez vulnerada y generar acciones de prevención, como acto de cuidado.
Félix y Susana nace y vive con ese espíritu.
Cuando nacemos iniciamos un proceso de crecimiento y, con él, nuestro propio desarrollo. De niños, los adultos son los referentes de este proceso, y en ese camino de crecer y desarrollarnos ingresamos al sistema educativo con aprendizajes de la familia, sea cual sea su estructura. La escuela tiene el rol de desarrollar las competencias del ser, del saber y del hacer, pero a menudo la perspectiva y el sentido del ser se nos escapa y toman prioridad las asignaturas básicas, perdiendo de vista el conocimiento de nosotros mismos. Luz Marina Velásquez, Fundación SURA.